DESCRIPCION
Las articulaciones, componen al esqueleto y nos permiten movernos libremente. Tienen además de huesos, una envoltura llamada cápsula articular, revestida por la membrana sinovial que produce el líquido sinovial. Los huesos, normalmente no se friccionan, ya que están recubiertos por un tejido cartilaginoso, firme y elástico. Las propiedades de este tejido y las del líquido sinovial permiten “almohadillar y lubricar” los extremos óseos, facilitando su normal desplazamiento. Los ligamentos, tendones y músculos, son otros componentes articulares que mantienen unidas, estabilizan y movilizan las articulaciones. En la artrosis el cartílago se desgasta (degenera) en forma progresiva, y el tejido óseo que está debajo sufre y reacciona formando “más hueso(“sobrecrecimiento de defensa”, o vulgarmente “picos de loro”) o quistes (pequeños orificios), que se observan en las radiografías. Además, se engrosa la sinovial y al formarse más líquido aparece algún grado de inflamación e hinchazón. Se trata de un trastorno crónico y que en general progresa lentamente.
Todavía no existe ningún tratamiento que pueda curar definitivamente la artrosis, pero si éste es adecuado se pueden aliviar los síntomas, retardar su evolución y permitir en muchos pacientes optimizar su calidad de vida.
En algunas articulaciones, por ejemplo cuando se localiza en los dedos de las manos existe una cierta predisposición familiar o factor hereditario, principalmente entre las mujeres (por ejemplo, se escucha habitualmente:”mis manos se parecen a las de la abuela, mi madre o hermanas”).
La artrosis no es una enfermedad autoinmune, y eso la diferencia de otras afecciones reumáticas (por ej. la “Artritis Reumatoidea” o el “Lupus”). Sólo afecta las articulaciones y los análisis de laboratorio del paciente son normales, excepto que se acompañe de otras enfermedades.
Afecta tanto a hombres como mujeres, pero en ellas aparece con mayor frecuencia y sintomatología. La artrosis es una enfermedad muy común y es la más frecuente de las afecciones articulares. En mayor o menor grado, casi todas las personas que superen los 70 años de edad la presentan (en general más las mujeres), pero debe destacarse que sólo una pequeña parte de ellas tendrá síntomas (dolor, rigidez o entumecimiento o pérdida de la función articular). No es exclusiva de la vejez, puede desarrollarse en una o varias articulaciones (generalizada), comprometiendo las articulaciones de los dedos de las manos, el dedo gordo del pie (“juanete”), las rodillas, las caderas y la columna vertebral (cervical y lumbar). La artrosis de otras articulaciones como los hombros, codos, muñecas o tobillos es poco frecuente y cuando aparece, es consecuencia de un traumatismo, uso indebido u otra enfermedad.
Cuando aprendemos a proteger nuestras articulaciones, por ejemplo evitar lesiones o el sobrepeso estamos realizando una “prevención primaria” (la más útil). Sin embargo, casi todas las medidas disponibles actuales se dirigen a modificar los síntomas y a la “prevención secundaria”, tratando de evitar el progreso de la enfermedad (por ej. con ejercicios, rehabilitación, terapia ocupacional para las manos, empleo de bastones en la mano contraria a donde está el problema de la cadera o la rodilla). Es por eso que es imprescindible buscar el consejo profesional médico para saber entre otras cosas “qué debo o no debo hacer para evitar problemas o estar mejor”, “qué medicamentos son útiles y cómo no abusar de ellos; no guiarse por propagandas que prometen curas milagrosas”.
SINTOMAS
La enfermedad del cartílago articular y del hueso evolucionan en varias fases alterando notablemente la función de todos los componentes de la articulación. Con el tiempo, además del entumecimiento aparece el dolor como síntoma principal. Después de un tiempo de reposo (sentado o acostado), si usted padece una artrosis, puede notar que le cuesta empezar a mover la articulación enferma, por el dolor y que ésta se ha vuelto rígida. Ambos van desapareciendo con la continuidad del movimiento. Por ejemplo, la cadera afectada despierta dolor inguinal (no en la espalda), en el muslo y aún la rodilla (confunde al paciente quien piensa que el problema está en esa articulación). Con el tiempo y mayor deterioro, puede aparecer dificultad para levantarse de una silla, caminar, subir o bajar de un vehículo o escaleras, y aún dolor incluso en reposo.
Dependiendo de la articulación comprometida y la etapa de la enfermedad pueden aparecer crujidos, inflamación y debilidad muscular (por ej. “muslo adelgazado”) con sensación de inestabilidad de las rodillas; deformidades en las rodillas (por ej. “rodillas arqueadas hacia adentro o afuera”), o en los dedos de las manos o de los pies; contracturas, dolor localizado o irradiado a los brazos, manos o piernas (similar a la ciática) en la artrosis de la columna vertebral. Es importante mencionar que después de los 35 años, 2 de cada 10 personas pueden tener radiografías con hallazgos de artrosis, sobre todo a nivel de la columna vertebral, y sin síntomas. Por tal motivo, una radiografía con “artrosis” no significa dolor originado por la enfermedad. Su médico (mejor si es un reumatólogo) deberá reconocer de donde procede la molestia.
CAUSAS
En la mayoría de los casos se desconoce su causa u origen. Sin embargo, existen factores que la favorecen como ser:
- Envejecimiento: el desgaste de una articulación y la menor capacidad de recuperación de los tejidos al aumentar la edad condicionan que la Artrosis sea frecuente en personas mayores.
- Herencia o predisposición familiar.
- Sexo:
- Femenino: mayor posibilidad de presentar artrosis de manos y rodillas
- Masculino: desarrollo más frecuente de artrosis de cadera.
- Sobrepeso corporal u obesidad: ambos posibilitan que progrese, especialmente en las articulaciones que soportan carga como la cadera y la rodilla.
- La sobrecarga, el uso repetitivo o traumatismos (ocupacionales o deportivos), fracturas o cirugía previa en la articulación, mala alineación articular de la cadera o la rodilla y la diferencia de longitud de las piernas. Debemos destacar que la artrosis no aparece por ciertos tipos de clima ni es originada por algunos componentes de la dieta.
DIAGNOSTICO
Se diagnostica conociendo los síntomas (características del dolor, rigidez, dificultad en el movimiento, según la localización del problema, etc) y realizando el examen físico. Los análisis de sangre y orina no ayudan al diagnóstico y sólo sirven para descartar otras causas. Si bien los hallazgos radiográficos no son “tempranos o de inicio”, en la mayoría de los casos, las radiografías de las articulaciones confirman el diagnóstico, informan sobre la intensidad del daño y descartan otras enfermedades, pudiendo el reumatólogo iniciar un tratamiento efectivo.
TRATAMIENTO
Los objetivos principales del tratamiento son aliviar el dolor y mantener la mejor capacidad posible para realizar movimientos. Para ello, el personal de salud capacitado es el más indicado para informar al paciente sobre su enfermedad y “comprometerlo en el control de la misma”. Un tratamiento correcto va a depender de la articulación afectada, la severidad de la artrosis, el grado de dolor, las actividades diarias del paciente y la edad. Disponemos actualmente de varias opciones (tratamiento no farmacológico y farmacológico), y puede que una o todas ellas sean necesarias, como ser: Control del peso corporal (dieta balanceada, con cantidad de calorías según el caso); protección de las articulaciones (equilibrando el reposo y la actividad física), mejorar las posturas en la vida diaria, el trabajo y durante el reposo, corregir deformidades; implementar diversas modalidades de tratamientos con calor o frío y plan de ejercicios terapéuticos (por ej: para mantener el movimiento articular y fortalecer grupos musculares), supervisados por kinesiólogo o terapista ocupacional. Actividades recreativas o deportivas adecuadas y controladas (caminatas, bicicleta, natación, gimnasia en el agua). El tratamiento farmacológico local, general o intraarticular con analgésicos, antiinflamatorios, relajantes musculares o bien otro tipo de medicamentos tiene por finalidad aliviar los síntomas (deberá ser indicado y guiado por el reumatólogo). Su empleo racional disminuye la posibilidad de los efectos adversos que todos ellos pueden ocasionar. Se debe saber que de acuerdo a su condición de salud (por ej. antecedentes de úlcera, hipertensión, diabetes, empleo de otros medicamentos) alguno de los medicamentos usados para esta enfermedad pueden provocarle inconvenientes. Cuando ya se ha sobrepasado la posibilidad de mejorar con las medidas implementadas y para casos muy seleccionados, quedará el recurso quirúrgico con sus importantes avances.